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jueves, 15 de octubre de 2015

KANDINSKY. UNA RETROSPECTIVA

CentroCentro Cibeles
Palacio de Cibeles
Plaza de Cibeles, 1   MADRID
Del 20 de Octubre de 2015 al 28 de Febrero de 2016


La exposición Kandinsky. Una retrospectiva es una de las mayores muestras monográficas que se han hecho en España de la obra del pintor ruso.

Cumplidos casi 150 años del nacimiento de Wassily Kandinsky (1866–1944), pionero del arte abstracto y uno de los pintores vanguardistas más destacados de todos los tiempos, la muestra recorre su trayectoria artística y espiritual a través cerca de 100 pie



La exposición recorre los periodos clave de la vida de Kandinsky, desde los primeros años en Alemania, pasando por sus años en Rusia y finalizando con su estancia en Francia, a través de obras fundamentales como Alte Stadt II (1902), Lied (1906), Improvisation III (1909), Im Grau ( 1919), Gelb-Rot-Blau (1925) y Bleu de ciel (1940).

El recorrido es cronológico, y se desarrolla a lo largo cuatro secciones: Munich, 1896–1914, Rusia, 1914–21, Bauhaus, 1921–33, París, 1933–44.



Kandinsky. Una retrospectiva es una exposición organizada por CentroCentro, el Centre Pompidou de París y Arthemisia Group, organizador de la itinerancia, y está comisariada por Angela Lampe, comisaria de Arte Moderno en el Museo Nacional de Arte Moderno del Centre Pompidou


Durante los meses de exposición, se llevarán a cabo visitas gratuitas con grupos de escolares de primaria y secundaria a través del programa Madrid, un libro abierto. También se ofrecerán visitas-taller dirigidas a centros de educación primaria, secundaria y bachillerato. Dentro del programa de mediación cultural también se realizarán visitas guiadas para público general tanto para grupos como abiertas. Estas visitas guiadas, realizadas por el personal de CentroCentro, son gratuitas, pero es necesario adquirir previamente una entrada para acceder a la exposición

Cecilia Paredes. Me gusta más ciento volando y ni uno en la mano

Galería BLANCA BERLÍN
C/ Limón, 28  MADRID
Del 16 de Octubre al 11 de Diciembre de 2015


Cecilia Paredes, que hace doblete este otoño en Madrid, es una artista multimedia para cuyos proyectos la performance constituye un componente básico. Aún cuando sus instalaciones escultóricas se presenten como conceptos abstractos, se basan en gran medida en su propia realidad y en cómo percibe el mundo que le rodea, el entorno y los numerosos materiales que en él se encuentran. Su obra es personal y sin embargo trasciende hacia temas universales, especialmente aquéllos que se relacionan con el poder de la naturaleza y lo femenino. En referencia a sus interpretaciones de animales, hay una relación de identificación con cada uno de los que representa e interpreta, que son siempre animales marginales, espacio donde Cecilia se siente más cómoda.
 

El cuerpo como cosmos, por Janet Batet

Nuestro cuerpo es nuestro altar. Con él convivimos a diario y a través de él establecemos nuestra comunicación con los otros. Contenedor por excelencia del alma, el cuerpo ha sido objeto de disímiles interpretaciones a lo largo de la historia. Así, para el mundo griego –cuna de la cultura occidental– cuerpo y alma conforman una entidad inseparable en la que la carne deviene recinto propicio para el espíritu. Entendido como cosmos personal que centra nuestras relaciones con los otros, el cuerpo se erige símbolo de todas nuestras acciones: espejo inseparable de nuestro yo interior.
 


La producción artística de Cecilia Paredes (artista peruana que vive entre San José, Costa Rica, Filadelfia, Estados Unidos y Lima, Peru) está guiada por este precepto, donde el cuerpo -ese tabernáculo magnífico- se desdobla y transforma en alegoría bellísima. Pareciera que Cecilia diera un vuelco rotundo a su cuerpo trocando interior con exterior y poniendo -en ese trance- el alma al descubierto. Cecilia deja de metamorfosearse con el reino animal para fundirse con el elemento vegetal, hasta desaparecer en esa suerte de ofrenda que es siempre su pintura. El cuerpo ahora se integra al paisaje. Un paisaje de evocación natural pero creado por el hombre y en el que el elemento ornamental es esencial. La artista se basa en tejidos naturales -generalmente lino- con impresiones florales de delicado diseño al que más tarde se fusiona ella misma en actitud camaleónica. Uno de los elementos esenciales que anima la figura poética de Cecilia Paredes es el elemento lúdico de carácter sutil que anima su obra. Asistimos en primera instancia a un rejuego entre cita y apropiación donde el único elemento de originalidad posible es la naturaleza sólo presente en el cuadro a partir de la copia. Tal vez, justo por ello, la artista se ofrece en reverencia última dejándose devorar por la creciente vegetación que termina en sus cuadros por inundarlo todo. Este ofrecimiento es tal vez la clave para comprender por qué la artista renuncia al pincel, convirtiéndose más bien en sujeto receptor al acoger la pintura como tatuaje sobre la piel.
 


Su obra no es de fácil clasificación, cohabitando pintura, performance, fotografía y diseño como manifestaciones omnipresentes entretejen el delicado entramado que constituye la propuesta de esta artista, cargada siempre de alta sensibilidad. En su deseo por fusionarse con la naturaleza, la artista apoya sus estados anímicos en las estaciones y otras veces, el gusto por el arabesco traza retruécanos coquetos y, como si fuera corta la travesía, a ratos la artista nos toma de la mano y nos lleva por parajes lejanos como ocurre con su serie Los cuatro rincones del mundo donde residen Calabria y El Reino Del Bambú. Sin embargo, un sólido elemento unificador distingue toda su propuesta. Asistimos a un mundo de interdependencias, donde todo está relacionado en armonía feliz. Cada elemento en la obra de Cecilia Paredes nos recuerda que no somos sino un elemento de ese cosmos general que es la naturaleza y del cual el cuerpo es expresión prístina. De ahí que la disolución de su propia imagen en la naturaleza devenga signo identitario que la reintegra a ese cauce infinito que es la vida.