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martes, 17 de octubre de 2017

PICASSO / LAUTREC

Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado 8MADRID
Del 17 de octubre de 2017 al 21 de enero de 2018


Como parte de la celebración de su 25 aniversario el  Museo  Thyssen-Bornemisza  presenta  Picasso/Lautrec,  la  primera  exposición monográfica dedicada a la comparación de estos dos grandes maestros de la modernidad. Aunque su relación artística ha sido reiteradamente establecida por la literatura y la crítica contemporánea esta es la primera vez que se confronta la obra de ambos en una muestra. La exposición plantea además nuevos puntos de vista de esta apasionante relación, pues no se limita al tópico del joven Picasso admirador de Lautrec en Barcelona y sus primeros años en París, sino que ha rastreado la pervivencia de esa huella a lo largo de la dilatada trayectoria del artista español, abarcando también su periodo 


A pesar de la admiración que el pintor malagueño sentía por el trabajo de su colega francés, Henri  de  Toulouse-Lautrec  y Pablo Picasso nunca se conocieron. Cuando Picasso visitó París por primera vez, en octubre de 1900, Lautrec ya estaba muy enfermo y moriría prematuramente un año después. Sin embargo, la obra radical de Lautrec, su modo de percibir la modernidad, produjo un impacto muy potente en el joven Picasso. A través de él descubrió el pluralismo de la sociedad moderna que condicionó su manera de entender el arte.
  

La carrera artística de Lautrec apenas duró quince años, la de Picasso sin embargo más de siete décadas. Entre ambos existía una gran analogía,  los dos fueron genios artísticos desde la infancia, ambos se sintieron atraídos por París en su juventud, rechazaron la enseñanza académica que les impusieron y bebieron sucesivamente en parecidas fuentes históricas, como por ejemplo las de los franceses Ingres o Degas, o también la de El Greco, cuyo arte ejerció una gran influencia en ellos. Pero sobre todo, el dominio del dibujo sería una de las claves que daría sentido a la obra de ambos. Tanto Lautrec como Picasso dibujaron compulsivamente toda su vida, tenían una predisposición especial para la línea y la caricatura y, desde muy jóvenes, rellenaron con extraordinaria destreza centenares de  cuadernos con sus dibujos. Cualquier nueva obra venía precedida de innumerables ensayos y experimentaciones en papel.



Dividida en cinco apartados temáticos que enlazan simbólica y formalmente los mundos de ambos artistas, la exposición reúne más de un centenar de obras, procedentes de unas sesenta colecciones públicas y privadas de todo el mundo, organizadas en torno a los temas que interesaron a ambos artistas: los retratos caricaturescos, el mundo nocturno de los cafés, cabarets, teatros, la cruda realidad de los seres marginales, el espectáculo del circo o el universo erótico de los burdeles.
 

 

Lautrec entendió enseguida las extraordinarias cualidades de la caricatura para explorar la personalidad de sus modelos. Él mismo realizó numerosas caricaturas de su persona y explotó su inusual aspecto. Picasso también utilizaría la caricatura para experimentar con su imagen en Autorretrato con  chistera  (1901),  donde  un  trasfondo  de prostitutas emula el ambiente nocturno de las obras  de  Lautrec. 

Tanto Picasso como Lautrec desarrollaron una curiosidad insaciable por los excesos de la noche parisiense. Pablo Picasso En El Moulin Rouge (1901) exagera las siluetas incrementando el aspecto caricaturesco y la visión satírica de las relaciones sexuales en los reservados de los cafés. Mientras Lautrec refleja con mordacidad las escenas de los bares de Montmartre, dejando un repertorio inigualable de imágenes de ambiente marginal y bohemio.
  

El mundo del circo, habitado por jinetes, clowns, saltimbanquis o acróbatas,  fue también algo que interesó a los dos artistas por igual ya que estuvo  muy presente en la imaginación de Picasso y Toulouse-Lautrec. La atracción por el lado lúdico y espontáneo del circo, por  su magia  visual,  iba  además  acompañada  de una identificación con el arlequín o el clown,  seres marginales que ambos veían  semejantes a la figura del artista en la sociedad moderna.
  

La  prostitución  fue  uno  de  los  asuntos  que enlazó   más   estrechamente   a   Picasso   con Lautrec.   Sin   embargo,   el   punto   de   vista empático del francés está muy alejado de la mirada   erótica   y   a   veces   pornográfica   de Picasso. Este tema se ha recogido en dos de los apartados de la exposición: Ellas y Eros recóndito.
  

Influido por los desnudos que Degas presenta en la última exposición de los impresionistas en 1886, Lautrec realiza varias obras con la misma temática pero  con  unas  resonancias  eróticas  más  simbólicas  y  delicadas,  como Desnudo de pelirroja agachada, de 1897, o La cama, de 1898, una de sus últimas pinturas sobre prostitución. Picasso, sin embargo, abordó los temas sexuales con un erotismo más carnal y, en ocasiones, violento.
 



La muestra está comisariada por el profesor  Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, y Paloma  Alarcó,  jefe  de  conservación  de  Pintura  Moderna del  Museo  Thyssen-Bornemisza.
 





                       
          




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